Centro de Energía Baja en Carbono Península / C.F. Møller Architects
Fotografías: Mark Hadden
Visto en www.plataformaarquitectura.cl
Fotografías: Mark Hadden
Visto en www.plataformaarquitectura.cl
Gimnasio Municipal Salamanca: La obra se construyó en un largo periodo de tiempo, debido a la quiebra de la empresa que inició los trabajos, comenzados en 2009. El proyecto es de 2007 y la construcción fue terminada en 2016. Esta distancia de 9 años permitió ciertos cambios basados en observaciones y oportunidades que se dieron en el lugar; las ideas iniciales siguieron en juego y modificaron la obra.
Visto en www.plataformaarquitectura.cl/.
Ubicación: Nevele, Bélgica
Año Proyecto: 2011
Fotografías: Martine Neirynck
San Martino es una casa de moda que diseña varias marcas de ropa, desarrolla colecciones y organiza la logística hacia tiendas de ropa especializadas, dentro y fuera de la frontera con Bélgica. La planta baja del edificio contiene un espacio para las oficinas de la administración y desarrollo, dos salas de exposición, un área de despacho y un hangar para el almacenamiento. En la primera planta hay un tercer showroom con espacio para el almacenamiento y una serie de espacios multifuncionales para la celebración de recepciones, reuniones con los clientes, el desarrollo de las colecciones, etc Los espacios abiertos en el primer piso se organizan alrededor de un patio central, Todo lo que abarca la posibilidad de nuevas funciones hacia el futuro.
La naturaleza compacta del edificio, el uso excesivo del aislamiento, el bloqueo del sol mediante el uso de marquesinas y losas de hormigón verticales, calefacción y ventilación de bajo consumo energético y el diseño de iluminación contribuyen al hecho de que se trata de un edificio CO2 neutro.
Sentado en la esquina del recinto, el edificio está dirigido hacia la calle de acceso, así como hacia el camino de entrada del complejo.
Hacia el camino de acceso, el edificio es totalmente transparente, lo que permite un contacto visual con el exterior y permitiendo que el máximo de luz posible interactúe con el espacio de oficina en la planta baja, y las áreas multifuncionales en el primer piso. La planta baja está inclinada hacia el primer piso para evitar que el sol del sur caliente el espacio de la oficina.
El lado del edificio tiene un carácter semi-transparente, permitiendo sólo un vislumbre desde los showrooms detrás. Una serie de losas de hormigón forman la piel de una fachada de vidrio más profunda. Entre el camino de acceso y la pared fragmentada, un amortiguador compuesto de árboles misceláneos incorpora el edificio en su entorno. La pared fragmentada es de hecho una proyección de esta formación de árbol. Al acercarse al edificio desde el camino de acceso, se observan en la piel de hormigón los mismos patrones de los diversos árboles en frente. Este principio se refiere a las técnicas que se están aplicando para el desarrollo de nuevas texturas y patrones en la moda.
Termina un año cargado de novedades decorativas que se activarán con fuerza en 2017. Colores y propuestas que harán de nuestro hogar un lugar nuevo.
Pantone y sus colores parece que son los que marcan la tendencia para recordar que nuestra casa puede tener un aire nuevo con el cambio de estación y descubrir que siempre se puede hacer con pequeños detalles.
Ahora que el cambio climático pesa sobre nosotros, esta firma propone como color para 2017 el verde “greenery”, “un tono refrescantes y revitalizante que simboliza nuevos comienzos”, comentan desde la firma Pantone.
“Es el color neutral de la naturaleza”, explican, un tono chispeante, que evoca los primeros días de la primavera, cuando los verdes de la naturaleza “reviven, se renuevan y se recuperan”.
El color del año Pantone es una expresión de una selección simbólica de colores, que hace la firma como si de una fotografía de color se tratara y que tiene que ver con lo que pasa “ante nuestros ojos”, en nuestra cultura global, que sirve como expresión de un estado de ánimo y una actitud.
“El Pantone ‘greenery’ está definido como color neutro de la naturaleza, es un tono versátil y transestacional que se presta a muchas combinaciones cromáticas. Se asocia con tonos neutros, brillantes, intensos, pasteles y metálicos”, dice Leatrice Eiseman, directora ejecutiva de Pantone Color Institute.
Arte en el hogar
El interiorista Lorenzo Castillo apuesta por el arte para dar vida al hogar. “Las piezas de arte y antigüedades dan alma a las casas”, y asegura que aportan un sentido “intelectual, muy interesante. Sin ellas están vacías, no tienen una historia que contar”, asevera al apuntar las tendencias para el hogar de 2017.
Castillo considera que en la decoración de todo tipo de viviendas lo fundamental es crear espacios polivalentes. “Son una respuesta para optimizar el espacio”, indica y añade que ve en ellos la consolidación de una tendencia.
“Utilizar una misma habitación para varios usos, además de muy práctico, puede ser muy estético”, asegura el interiorista que desvela que es algo que él lleva haciendo hace años, “por ejemplo comedores que son, al mismo tiempo, bibliotecas”.
Dormitorio “vintage”
Rafael Bermejo, editor jefe del portal de diseño del hogar Houzz.es, asegura que en la decoración del dormitorio seguirá la tendencia “vintage” y “tendrán cada vez más protagonismo los cabeceros de cama tipo chester, almohadilladas con botones y tapizados en piel o telas de colores cálidos, dejando atrás el estilo minimalista o clásico dúo blanco y negro”. Bermejo confirma que la moda de las cocinas abiertas es una realidad imparable. “Se acabó el espacio cerrado y aislado del resto de la casa”.
La cocina es un ambiente social cuya incorporación al resto de espacios de la vivienda es “definitiva” y no responde “nada más que a un estilo de vida contemporáneo en el que todo se comparte más”, indica.
En los complementos, Bermejo apunta que el color rosado suave del cobre se complementa con el brillo del metal, dando un toque elegante y chic con solo un objeto, como pueden ser las lámparas.
La luz y las lámparas
Precisamente, la luz como objeto “vivo” en 2017 ya no es algo “puramente funcional”, advierte Raquel Oliva, vicepresidenta de Oliva Iluminación.
“Las lámparas decorativas jugarán con la luz directa e indirecta y la novedad será buscar la exclusividad con la customización y personalización en luminarias, con el objetivo de tener iconos de diseño industrial inéditos”, señala Oliva.
Desde la firma de iluminación también miran hacia la naturaleza y apuntan como tendencia artesanal, “las materias vivas, materiales nobles como el metal (oro mate) y la piedra (cuarzo y mármol), que estarán muy presentes”, indica Oliva.
La temperatura extra cálida en los LED se irá controlando también y, para pequeños detalles, se empezarán a utilizar los focos de recorte o “de carril”.
“Antes eran piezas recurrentes en museos y tiendas, ahora entran en los hogares para resaltar algún mueble, obra de arte, o pintura sobre la pared”, matiza Raquel Oliva.
São Paulo es una megalópolis amnésica, con su centro tomado por pixadores y el perfil hendido de torres improbables. Ese caos también alberga algunas de las obras más destacadas de la arquitectura (brasileña) del siglo XX: Oscar Niemeyer, João Batista Vilanova Artigas, Lina Bo Bardi, Rino Levi o Paulo Mendes da Rocha han dejado allí huellas sutiles o brutales, cuando no ambas cosas a la vez. Pudiera pensarse que la rotundidad o el descomunal tamaño de sus edificios son recursos de la arquitectura para imponerse a tal entorno, pero otra perspectiva, menos optimista, habla de una derrota: la de una ciudad que ya solo es capaz de expresarse a través de espásticas genialidades. De ahí que resulte tan paradójico como adecuado que sea en São Paulo -y, en una pieza de Niemeyer, el Auditorio de Ibirapuera- donde haya iniciado su andadura la X edición de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo, comisariada por Ángela García de Paredes e Ignacio Pedrosa. Si existe ese frente por el que preguntaba este año la Bienal de Venecia, debe andar por aquí.
Precisamente Venecia (como Oslo o Lisboa) representa un tipo de Bienal/Trienal muy concreto: la que responde a una pregunta mediante investigaciones ex profeso. La X BIAU es, sin embargo, una retrospectiva que plantea un reto de otra especie: traducir su empírico recuento de obras y premios particulares a un concepto tan difuso como “arquitectura iberoamericana”. El interés por la arquitectura realizada en este territorio es evidente: en 2016, el Pritzker y la dirección de la mentada Bienal de Venecia han ido a parar a manos del chileno Alejandro Aravena; en este certamen el Pabellón de España se alzó con el León de Oro, y el Praemium Imperiale fue otorgado al brasileño Mendes da Rocha… Más allá de estos éxitos puntuales, es posible interpretar esta pujanza mediante diferentes escalas y conexiones, que saltan del detalle artesanal a estrategias globales. Como era previsible, la traslación entre continentes resulta más viable como estructura de pensamiento -lo que sería una lengua- que en la búsqueda de aspectos específicos -el lenguaje y sus modismos-.
El tópico vernáculo asociado a la arquitectura latinoamericana parece derivar de cierta fascinación por la construcción honesta y económica, una retórica que se ha trasladado desde la tecnología a la imagen. En la estética de ese trabajo con artesanos y materiales autóctonos (cerámica armada, tapial o bambú) se quiere observar, desde el Primer Mundo, una respuesta ética. Resulta un camino interesante, transitado por arquitectos como el paraguayo Solano Benítez o Jorge Ambrosi y Gabriela Etchegaray, todos con proyectos presentes en la BIAU. No obstante, parece necesario testar su idoneidad fuera de sus contextos de origen. Es precisamente en ese punto donde la interacción de nuestra geografía resulta valiosa. La aparición de proyectos como la adecuación del Convento de Santa María de los Reyes en Sevilla, de MGM Arquitectos, o la Casa 1014 en Barcelona, de H Arquitectes, demuestran que este tipo de prácticas es aún posible. Pero también que su adopción depende menos de la mímesis tectónica que de un compromiso con lo específico y el proceso de obra que resulta casi contracultural.
Este tipo de trasvases, más afectivos que literales, pueden testarse también en análisis macroescalares. Si desde estas latitudes se observa con interés la lucha de las ciudades latinoamericanas frente al gigantismo y la desigualdad social -la figura del brasileño Jaime Lerner, exalcalde de Curitiba, ha sido ampliamente glosada en nuestro continente-, Europa parece estar en condiciones de devolver un conocimiento menos inmediato, relacionado con las segundas oportunidades de su patrimonio natural y construido. Esta vía, que ha arrojado resultados paradigmáticos en esta orilla -el incuestionable de Madrid Río o, mucho más modesta, la recuperación del Caminito del Rey de Luis Machuca, en Málaga, galardonada en esta BIAU-, comienza a acumular casos de interés al otro lado del océano: en Colombia, la Empresa de servicios públicos de energía y aguas de Medellín ha llevado a cabo un plan para la recuperación de los terrenos de sus tanques y depósitos como parques urbanos, una actuación que no solo afecta a la calidad ambiental del entorno, sino también a la mejora de la seguridad ciudadana. En ambos lados, se trata de un recordatorio pertinente de la importancia de los poderes públicos en la reescritura de nuestro patrimonio natural y urbano: son los únicos agentes obligados a soslayar el rédito económico en pro del beneficio social.
Último apunte. Visualicen la escena: un conjunto de arquitectos recoge sus diplomas en Ibirapuera. Uno a uno, van subiendo al estrado y ofrendan -entre ellos, quienes suscriben- su premio a amigos, promotores, jefas, jurado… letanía más o menos previsible aderezada por educados aplausos. En uno de los turnos, sube al escenario Diana Herrera, de Taller Síntesis, y dedica, emocionada, el premio al pueblo colombiano de Vigía del Fuerte, donde ha construido su pequeño edificio educativo. Esta pequeña población, ubicada en la selva tropical del Departamento de Antioquía, ha votado en su inmensa mayoría a favor del acuerdo de paz con las FARC, opción perdedora en uno de esos referéndums-con-sorpresa tan propios del presente curso. La arquitectura es algo más y algo menos que una cosa de premio; se entrelaza con las vidas de la gente, y todo el mundo acaba de recordarlo de improviso.
Vía www.elcultural.com
La fotografía de Matt Emmett de East London Water Works Company en Finsbury Park, construido en 1868, fue escogida ganadora del Premio de Fotografía Arquitectónica Arcaid Images del 2016. Anunciado en el último día del World Architecture Festival (WAF) en Berlín, la imagen es la primera en ganar por una locación histórica como tema, y fue comparada con el trabajo de Piranesi.
Cada imagen finalista fue juzgada por los méritos de la fotografía en términos de composición, sentido de lugar, atmósfera y uso de la escala. Emmett recibió la mayor cantidad de puntos en cada categoría.
La amplitud de la fotografía arquitectónica fue increíble. Con su propia visión distintiva, los fotógrafos abren nuestros ojos por segunda vez y nos ayudarán a descubrir cosas que no habíamos contemplado anteriormente», comentó el jurado Ulrich Müller, arquitecto y director de Architektur Galerie Berlin.
Emmett recibirá USD 3.000 como premio. Todas las imágenes finalistas serán exhibidas en la próxima exhibición. ‘Building Images’ at Sto Werkstatt, Londres, en febrero de 2017.
Via Arcaid.
Dalí Atomicus (1948), del Musée de l’Elysée
Fue durante el siglo XX cuando hizo algunas de las fotografías que hoy siguen siendo reconocibles. Como la de Alfred Hitchcock fumando un puro con un pájaro en el borde o la ya emblemática del puntiagudo bigote de Dalí, por ejemplo. Pero antes de convertirse en el fotógrafo de las celebridades en Nueva York sus inicios están en París, ciudad que le dio asilo. Fue un genio en renovarse y adaptarse al momento, a las vanguardias y a los lugares en los que estaba. Philippe Halsman (Riga, 1906 – Nueva York, 1979) defendía la fotografía como modo de exploración y es lo que hizo durante más de 40 años; innovar. Philippe Halsman. ¡Sorpréndeme!, una exposición de 300 obras que aterriza en CaixaForum Madrid tras su paso por Barcelona, es un viaje al interior del fotógrafo. Un recorrido contado por Marilyn Monroe, Salvador Dalí, Alfred Hitchcock, Bobby Fischer y Audrey Hepburn.
«Esta muestra es diferente a cualquiera que se ha hecho hasta la fecha porque se muestra su proceso de trabajo», anota Irene Halsman, hija del fotógrafo. No lo dice en vano ya que esta exposición, organizada de manera temática y no cronológica, arranca con algunas de sus primeras imágenes tomadas en el París de los años 30. Según dice Anne Lacoste, comisaria de la exposición, a pesar de ser unas obras primerizas ya se advierte en ellas el rumbo que él quería tomar con su práctica. Algunas de las que se pueden ver en la primera sala son exploraciones que el artista realizó sobre el terreno, como los animales en el zoo y, otras, sus primeros pasos en el mundo de la fotografía surrealista, disciplina que le llevaría a estrechar una relación de más de 30 años con Dalí.
Pero si por algo destaca esta exposición es porque muestra el proceso de trabajo de Halsman. Dividida en cuatro secciones, «es difícil definir el estilo de este fotógrafo que entendía esta profesión como una continua exploración«. Estaba al tanto de lo que se hacía y en un principio se dedicó al retrato, pasó por una fase de imagen para publicidad y cine y se atrevió con la corriente Nueva Visión que se estaba dando en París. Allí, le echó morro y llamo a André Gide diciendo que era fotógrafo y quería retratarle. Este aceptó y así fue como empezó a acercarse a las personalidades del momento.
Audrey Hepburn (1955) y, a la derecha, retrato de Alfred Hitchcock para la promoción de la película Los pájaros en 1962
Las imágenes de este tipo las presentaba en la Galería Pleiade del barrio latino de París. «En ocasiones corta la cabeza de los retratados como rasgo diferenciador de esta técnica de la Nueva Visión», expone la comisaria. Pero cuando en la década de los 40 decide trasladarse a Nueva York vuelve a empezar de cero. Primero porque nadie le conoce y, segundo, porque esa manera de fotografiar no funciona en aquella ciudad. «Se adapta al sitio en el que está y comienza a cultivar el retrato psicológico», añade. Fue en la revista Life cuando se hizo realmente conocido. «Life fue la primera revista ilustrada con fotografías, tenía mucha influencia y era una publicación muy competitiva». Trabajar para ellos significaba calidad y él siempre seguía el mismo modus operandi. Sacaba sus fotografías, hacía sus pruebas y maquetas y cuando veía que podía funcionar se la mandaba al editor. Firmó 101 portadas, algunas de las cuales se reproducen en la muestra.
En los años 60 con la llegada de la televisión tuvo que reinventarse una vez más de modo que, inspirado en la publicidad, «decidió crear imágenes de impacto inmediato». Quizá una de las más llamativas sea la de Edward Abe con un teatro imaginario dentro de su cabeza, invocando un pensamiento. Comienzan ya a desfilar Audrey Hepburn ante un olivo, Bobby Fischer, Andy Warhol y, como no, Marilyn Monroe, musa de muchos y a la que retrató durante una década. De hecho fue él quien la inmortalizó en 1949, cuando aún era una modelo aspirante a actriz antes de que la revista Life le dedicara una de sus portadas dos años después. Su relación no se quedaría ahí ya que en la siguiente sección, Puesta en escena, con la actriz «narró en 1952 una historia en fotogramas donde Marilyn cuenta cómo tener éxito en una entrevista de trabajo con subtítulos de lenguaje militar».
Los duques de Windsor en 1956 y, a la derecha, Marilyn Monroe y Philippe Halsman en 1954. Ambas de la serie Jampology
Pero no solo recibió a los personajes conocidos de la época sino que también le encargaron reportajes sobre la escena cultural de la ciudad así que capturó al Ballet Ruso en la playa o a algunos equipos de natación sincronizada trabajando. Pero quizá sea Jumpology la serie más célebre del artista. «Esta serie es un intento, quizá un poco descarado, de aprender de una persona a través de cómo salta», dice su hija. Y es que Halsman pensaba que en el salto el retratado se olvida de su gesto, no hay lugar para la improvisación y sale su cara real, su naturalidad. Marilyn Monroe, Anthony Perkins, Richard Nixon, Brigitte Bardot, Audrey Hepburn, Grace Kelly, Ava Gardner, Dalí, los duques de Windsor e incluso consiguió hacer saltar a Bobby Clark con su bastón.
Aunque la muestra no acaba ahí, aunque bien podría haber sido una divertida despedida, sino con su larga colaboración con el pintor surrealista Salvador Dalí. Más de 30 años de amistad, de proyectos colaborativos unieron a estos dos artistas. Infinidad de escenas repetidas para una sola imagen en suspensión o la envidia que sintió al ver la foto de Picasso pintando un toro con luz se vio saciada con la cámara de Philippe Halsman. Y, claro, toda una serie surrealista dedicada al bigote del pintor, protagonista total de las imágenes.
Ya lo dijo Halsman, la fotografía puede ser una profesión seria pero uno también se lo puede pasar bien.